Languidez


Languidez
(06/10/2010)

Aquel inhiesto abeto siente la hoja,
filo insensible de la cruel segur,
que culpa al cielo si llora y se moja,
deja su suerte, rendido, al albur.

En seco peñascal sembrado ayer,
se muestra al mundo árido, dolorido
del alma que no ha podido crecer,
de vivir entonando un alarido.

Observa el cercano verde fecundo
sembrado de color agradecido,
que vive lozano, agarrado al mundo
y de fértiles venas socorrido.

Va sumido en la ausencia de deseo,
hojas de llanto seco, pardo y roto
que le devuelven un aspecto feo,
imagen muerta de marchito loto.

Prímulas sueña en largo sueño vano
que la resina amortaja y agosta.
Anhelos que no están en esa mano
en la que ni reposa la langosta.

Siente el aroma de aquel viejo río
manando vida desde su venero,
aliento que le roba todo el brío
y le niega, cruel, un coraje fiero.

Se aferra a la oscura y gélida roca
cual madero que lucha contra el viento.
Negra y fría base de vida poca,
lápida triste, dura y sin aliento.

Él quisiera ser cuando menos leño
y arder crepitando, pura energía,
en dulce y cálido ambiente hogareño,
rubor de corta y final elegía.


..ooOoo..